mercoledì 8 luglio 2009

FRANCISCO MONTOYA DE LA CRUZ



LOS MURALES DE J. FRANCISCO MONTOYA DE LA CRUZ
EN LA CASA DEL CAMPESINO DE DURANGO

UN CASO DE MURALISMO REGIONAL
Guillermina Guadarrama Peña / Investigadora del CENIDIAP

La relación que se desarrolló, durante las primeras décadas del siglo XX en México, entre el artista plástico Montoya de la Cruz y la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios. La temática de los murales realizados en la Casa del Campesino en la ciudad de Durango, los íconos antifascistas y las alusiones gráficas a la región geográfica del mismo estado.
Análisis de la obra
Palabras clave:Durango, 1936, Casa del Campesino, Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, Diego Rivera, fascsismo, riquezas agrícolas, textiles, colores cálidos

Los murales que Francisco Montoya de la Cruz pintó en la Casa del Campesino de Durango en 1936, se insertan en los conceptos que sustentaba la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios LEAR, sobre significación social de la pintura y en la producción artística comprometida.

Las Casas del Campesino, ubicadas en las capitales de los Estados, fueron un proyecto rural del cardenismo. Sitios destinados a albergar a campesinos, que desde sus lejanos ejidos acudían a las ciudades para asistir a eventos relacionados con sus actividades agrícolas o políticas. También servían para que los hijos de éstos tuvieran un lugar donde vivir cuando llegaban a las ciudades a estudiar. Contaban con habitaciones amuebladas, cocina, comedor, biblioteca, auditorio, y en ocasiones alberca.

(1)
El muralismo como un arte social, estuvo ligado a esos centros destinados a personas que luchaban por la tierra. Los auditorios y en ocasiones otros muros de esas casas, fueron decorados con pinturas que servían para la educación en imágenes de los campesinos, la mayor de las veces analfabetas. Arte público realizado por miembros de la LEAR.(2)

Semblanza del artista

Francisco Montoya de la Cruz, nació en la ciudad de Durango en 1906.
Estudió en el Instituto de Arte de Chicago y después de la Academia de San Carlos. Para 1936, era el encargado de la Sección de Artes Plásticas de la LEAR en Durango, junto con Alejandro Martínez Camberos, quien representaba la Sección de Escritores. Ese organismo enlazado con el Partido Comunista, en ese año había incluido a miembros no comunistas entre sus filas, de acuerdo a la política del frente amplio.

¿Qué tanta relación existió entre la LEAR y Montoya de la Cruz?.
No se sabe con certeza, debido a que su archivo y las obras de su primera época se quemaron junto con la casa, en un lamentable accidente.(3)
Sólo se tiene un documento que lo acredita como miembro de esa organización y su obra mural.


En los murales de la Casa del Campesino de Durango -fundada por el gobernador Enrique Calderón e inaugurada el 20 de noviembre de 1936- se puede ver con claridad la liga de Montoya con la LEAR. Allí pintó una de las temáticas constantes de esa agrupación, como fue la crítica al fascismo. Pero también se distinguen temas propios de la historia de Durango y la lucha por la tierra, lo cual nos hace pensar en un muralismo regional. 
Ese tipo de muralismo básicamente ha sido realizado por individuos fuertemente arraigados en la tradición estética de su comunidad, pero no genera un arte sólo localista. Esto queda demostrado en los murales de Montoya de la Cruz, ya que además de la referencia a una iconografía propia de la región, plasmó los íconos antifascistas que se veían en los murales de los Talleres Gráficos de la Nación ó el Mercado Abelardo L. Rodríguez, en la ciudad de México.

Análisis visual de los murales de Montoya de la Cruz

Los murales, primeros “al fresco” en esa ciudad, según se anota en el tablero a la entrada de la casa, fueron inaugurados en 1937.
La Casa tiene una zaguán, corredores“estilo” mexicano, un patio central y cuartos en derredor. Los murales nos reciben desde la entrada, donde, de manera similar a Chapingo, existe una cartela en la que se anota quien patrocinó la obra. 
A un lado, un pequeño mural nos recuerda la obra de Diego Rivera en Chapingo, en cuanto estructura y color. Un sol, un “cielo” y un enorme puño que surge de la tierra y sostiene fuertemente la hoz; mano similar a las que Rivera pintó en las pechinas y plafones de la capilla de Chapingo En ambos lugares son igualmente grandiosas, pero las de Montoya son más escultóricas que las de Rivera. La mano es un símbolo de fuerza y lucha, y la hoz es un instrumento de trabajo campesino, pero también son iconos comunistas que se unen con la estrella del socialismo.

Un letrero arriba del arco de medio punto anota: “Esta casa es de los que trabajan la tierra con sus manos”. Una anotación similar está en la escalera de la Rectoría en la Escuela Nacional de Agricultura, en Chapingo, Estado de México: “Aquí se enseña a explotar la tierra, no a los hombres”. 
Es necesario decir que hay una clara relación, entre los murales del primer corredor de esta casa, con los que pintó Diego Rivera en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo. Esta similitud o coincidencias no son extrañas debido a la influencia que Rivera ejerció en varias generaciones de pintores sobre todo porque en 1929, Montoya estudió en la Academia de San Carlos, llamada por entonces, Escuela Central de Artes Plásticas, cuando el director era Diego Rivera. 
Pero el factor que enlazó temáticamente a la Escuela de Agricultura y la Casa del Campesino fue su misma esencia agrarista. Aún cuando los murales de Chapingo fueron pintados en 1926, es seguro que Montoya los haya visitado y en consecuencia, haya reciclado algunos iconos.

Debe destacarse que Montoya de la Cruz recibió de manera indirecta, el aprendizaje del fresco. El joven muralista acudía todos los días a Palacio Nacional y otros lugares para ver pintar a Diego Rivera. Nunca fue su ayudante, pero si un discípulo a distancia.

En la Casa del Campesino, Montoya insertó claramente un tema de historia agraria local. En el primer corredor, realizó una narración en imágenes de la riqueza, natural y elaborada de Durango. Estado que se caracterizaba por ser un gran productor de maíz, fríjol, algodón, frutales y trigo, bienes simbolizados en el mural. Asimismo poseía una industria metalúrgica, textil y de papel que está representada además, por los edificios y las modernas fábricas. Esto significa la unión entre el obrero y el campesino.
Beneficios logrados por la Revolución Mexicana, con lo que se aleja de lo puramente local. Sin embargo, resulta extraño que la figura central no sea Francisco Villa, héroe de la zona norteña, sino Emiliano Zapata. ¿Qué habrá determinado que haya pintado a Zapata en lugar de Villa? Quizá este monumental y escultórico Zapata fue concebido por el artista como mas puro en sus ideales que Villa. O para no hacer tan localista al mural.
La imagen de Emiliano Zapata, que es un poco un autorretrato del pintor, sostiene una bandera roja socialista y en segundo plano muestra una enorme hoz que parece cortar semillas gigantes. Esto hace alusión a los grupos comunistas campesinos –había también otras organizaciones- y al artista mismo como seguidor de la causa. 
A la izquierda de esta figura, una familia campesina y revolucionaria, surge entre maquinaria agrícola e industrial. Ella, la Adelita, protege con su rebozo a su familia, mientras enarbola el puño en señal de lucha. Él, armado defiende productos naturales y elaborados de la región. El letrero de la maquinaria agrícola que está abajo, lo dice todo: “no más explotación del peón”. La familia revolucionaria en defensa de sus logros.
La historia de las batallas por la tierra, se desarrolló entre la lucha armada y las huelgas, llevadas a cabo por los campesinos, hombres y mujeres, para lograr el reparto de las fincas algodoneras y de otro tipo, que el gobierno se negaba a entregar. Las mas conocidas fueron efectuadas en la zona lagunera, de la cual forma parte Gómez Palacio, Durango, pero no son las únicas.

Muralismo regional

Los campesinos y obreros, pese a las riquezas de su Estado estaban empobrecidos y muchas veces tuvieron que emigrar para conseguir trabajo – de manera similar a la actual-. Pero en la época en la cual se pintó el mural, se obtuvieron grandes satisfactores. En eso se centra parte la poética de este muralismo regional.
Del lado derecho de Zapata, un hombre sostiene libros en su mano mientras que con la otra detiene un compás. Puede ser un arquitecto, un maestro rural, o alguien relacionado con el esoterismo. El otro campesino porta un estandarte que dice “las reformas a la ley agraria liberan a los campesinos de la explotación de los hacendados”. Clara alusión a la nueva legislación agraria expedida en ese momento, propaganda a las reformas en la época de Cárdenas. Ambas figuras también están rodeados de productos naturales y elaborados de la región: sus logros. 
En una de las habitaciones, Montoya pintó una alegoría de la Revolución Mexicana, representada como una mujer monumental que abraza a un revolucionario muerto en batalla. Imagen que recuerda un poco a La Trinchera, de José Clemente Orozco. En medio de ellos un enorme puño y una mano armada emergen de la tierra. Ambos íconos simbolizan la constante lucha por la tierra durante la revolución, su defensa con las armas y con la vida misma. La lucha social nace como la semilla. Similitud entre lo biológico y lo social.
Positivismo evolucionista que alcanza al marxismo.

Para hacer énfasis en la lucha por la tierra desde la conquista hasta 1937, acompaña a los campesinos que prosiguen en el combate, un caballero águila. La leyenda de la parte inferior es indicativa de lo anterior: “Así luchamos y lucharemos por la tierra”. 
En otra habitación, Montoya pintó nuevamente a la familia campesina, pero como antítesis de la primera. En ésta, la mujer no lucha al lado de su marido, es el padre quien protege a la esposa quien junto con la hija muestra miedo y temor ante lo inesperado. Con lo anterior, el pintor hace referencia a las épocas en que por las crisis agrícolas se genera inestabilidad en el empleo y origina grandes corrientes migratorias y familias desoladas. Ante lo cual había inseguridad y miedo.

Hasta aquí la obra centra su narrativa principalmente en las riquezas y problemática de la región y su participación en la Revolución Mexicana. Pero también combina elementos del comunismo, como las banderas rojas y la hoz.
Sorprendentemente el mural no está dañado, porque aunque él se preciaba de ser comunista y la mayor parte de los campesinos pertenecían a células de esa ideología, la conservadora sociedad urbana no estaba preparada para ello. 
En el otro corredor, solo se encuentran dos murales, uno pequeño, tipo grisalla, en ocres, que representa una enorme mano desgranando maíz y que abajo dice “la semilla y la unificación es nuestra riqueza”. 
Frente a éste, una imagen nos desconcierta y sorprende. Un icono diferente a los temas que estaba pintando y más cercano a lo que la LEAR –o algunos miembros- aludían, el fascismo.
Se trata de un hombre desnudo que el pintor equiparó con el campesino que trasciende sobre la podredumbre de la tierra: el militarismo y el clericalismo. El campesino enaltecido aferrado a una de los productos de Durango, el trigo, antes de sucumbir a los males de la época ya citados: el militarismo, el clero, el fascismo.(4)

Ese hombre, sin ningún atavío, parece elevarse, sólo lo detienen los frutos de la tierra. El lazo en el cuello parece significar ese afianzamiento. 
Esta figura que ocupa casi todo el muro, también puede ser una crítica al nazi fascismo, al capitalismo, al clericalismo y al militarismo. De esa manera lo representa como un ser asexuado, rodeado por facios de trigo que estruja con morboso deleite. En segundo plano, dos cráneos. El del lado izquierdo, horripilante, con el casco militar y en él, impresa la cruz gamada. El otro, la muerte. Todos rodeados de una tiara papal y armas. En otro plano una capa cardenalicia. 
Con ello hace un señalamiento a la callada complicidad del clero y a la ayuda de los militares al ascenso de ese mal, llamado fascismo. Pero también puede ser la humanidad, rodeada de sus males y con ello, el tema se convierte en lo oprobioso, denigrante, etc.
Con estas imágenes, se cumplía la voluntad comunista era hacer sentir en todos los espacios a su alcance, la amenaza mundial del fascismo.
En general los murales de la Casa del Campesino tienen dos temas. Uno es sobre los logros de la revolución en Durango y sus riquezas, agrícolas, textiles, minerales, tema propicio para un sitio como ese. Luego un tema para despertar conciencia, el hombre-mujer, que sin ser narrativo, simboliza sus luchas sempiternas y hace referencia al fascismo. Montoya no podía dejar de abordar esa problemática, como tampoco lo hacían los miembros de la LEAR.

El pintor combina lúdicamente grandes figuras mezcladas con más pequeñas, e incluso miniaturas. El dibujo no desmerece en ninguna de ellas. 
Los murales realizados al fresco, son de colores cálidos, a excepción de la última imagen, son grandiosos, bien trabajados.
La importancia de estas imágenes es que están estructuradas como si cada una de ellas fuera una escultura, los rostros, el cuello, los brazos, las manos mismas, son planos escultóricos, muy geométricos la mayor parte de las veces. La mayoría monumentales. Lo mismo sucede con cada una de sus figuras: los soldados y las Adelitas, las construcciones, las mazorcas de maíz. 
Este geometrismo cubista, es una clara influencia de la obra de Rivera. Pero también rememoran en cierto sentido a las colosales cabezas prehispánicas, por su grandiosidad y por su misma construcción geométrica. 
Lo anterior nos induce a buscar las influencias en Montoya. Unas las encontramos en Rivera. Otras en la obra del padre y abuelo. Ambos escultores, con ellos aprendió la disciplina y el oficio.
Pero también de sus maestros de escultura de la Academia, como Federico Canessi e Ignacio Asúnsolo. O sus años en el Instituto de Arte de Chicago.


Estudiar la obra mural de Montoya de la Cruz (1909-1994) dispersa en ocho diferentes lugares, requiere varias conexiones. Una, con su formación en Chicago y el Distrito Federal, otro con la obra de caballete, sus murales de ese período y los posteriores. Así como sus ligas políticas en México y en Durango y el ambiente de ese Estado. Este es sólo un primer mural de su vasta producción.

Notas:

1. Hacia finales del sexenio cardenista se convirtieron en sedes de la Confederación Nacional Campesina CNC.

2. Al menos así sucedió en la Casa del Campesino en el Distrito Federal y en Durango, donde pintó J. Francisco Montoya de la Cruz. La casa del campesino en Monterrey no sé si su autor fue miembro de la LEAR, pero lo dudo.

3. Existen pocas fuentes que nos permitan conocer que trabajo realizó la LEAR en los Estados y quienes eran sus representantes. Solamente se han estudiado sus actividades en la capital de la República, y las que los artistas miembros de la LEAR que habitaban en la Ciudad de México, realizaron en otros estados.

4. Francisco Montoya de la Cruz. Durango, Universidad Juárez del Estado.

mail to:
guillegumx@yahoo.com.mx

6 commenti:

  1. Estimada amiga:

    Un placer recorrer la herencia pictórica de su obra.

    Besos mexicanos, Monique.

    RispondiElimina
    Risposte
    1. Estimada Monique, hasta ahora leo tu comentario. Un abrazo.

      Elimina
  2. Excelente publicación que muestra el legado de un gran duranguense. Felicidades

    RispondiElimina
  3. hola a quien corresponda necesitamos mas informacion sobre francisco montoya de la cruz... este es nuestro correo. joserevueltascolectivo@gmail.com y mas si tienes imagenes de sus vitrales un gran abrazo

    RispondiElimina
    Risposte
    1. Hola, agradezco tu peticion, escribire a tu email.

      Elimina